A estas alturas de la película ya no sé si felicitar el año que viene el día 31 de diciembre, el uno de enero o, con la que está cayendo, felicitarlo el día de los Inocentes. O simplemente desear buena suerte al personal porque llevamos una rachita que. Así que feliz día de los Inocentes y como diría el sargento Esterhaus en 'Canción triste de Hill Street': "Lleven cuidado ahí fuera"
A las ocho de la tarde del 30 de octubre de 1938 la población de los Estados Unidos entró en pánico. Una cadena de radio narraba que los extraterrestres estaban invadiendo la Tierra. Era una simple dramatización, basada en el libro 'La guerra de los mundos' de H.G. Wells, creada por un jovencísimo y todavía desconocido Orson Wells. Todo era mentira, pero la gente se lo creyó, vaya si lo creyó. El futuro cineasta produjo un programa de radio que de forma ficticia contaba como seres venidos del espacio estaban atacando la Tierra, especialmente a los Estados Unidos. Los corresponsales supuestamente ubicados en pueblos clave emitían la tragedia y las muertes violentas a manos de los visitantes que estaban viendo. Dicen que llegó a haber muertos reales por suicidios o por ataques de pánico. Los habitantes de los mismos sitios que supuestamente estaban siendo atacados corrían despavoridos por las calles sin darse cuenta de que en realidad, no pasaba nada. Era una ficción. No había invasión ninguna. No pasaba nada. El bueno de Wells tuvo que dormir unos cuantos días en la 'trena', eso sí.
Mi pregunta es, ¿ocurriría lo mismo actualmente después de lo que hemos vivido estos dos últimos años? Porque ya no sabemos qué más puede ocurrir. Voy a hacer un pequeño resumen, que todos conocemos. Todos, menos el tipo ese que dijo que llevaba veinticinco años en coma.
No sabemos si un gourmet decidió cocinar una sopita de murciélago o de pangolín, o de los dos juntos (que combinan muy bien). O si a Pepe Gotera y Otilio los contrataron para hacer una ‘ñapa’ en un laboratorio ultrasecreto chino. Una vez ahí se les rompió un vial y extendieron un simpático virus por todo el planeta. Lo que pasó después lo conocemos todos: En diciembre pusieron la música en China, poco a poco empezó a escucharse la melodía por todo el mundo y en España comenzó el baile el 14 de marzo de 2020. La pandemia había llegado.
Y no es cuestión de banalizar el asunto ya que esta enfermedad ha generado muchísimo dolor a mucha gente de todo el planeta. Cuando ya pensamos que baja la incidencia viene otra ola que nos vuelve a poner los genitales en el cuello.
Y es curioso que el año pasado por estas fechas mucha gente deseaba que llegara el 2021 a ver si se acababa el sinsentido que estábamos viviendo. Vamos, que llegaba el nuevo año y desaparecía la Cóvid, los confinamientos, las cuarentenas y la madre que parió toda esta situación. Pero no, la enfermedad no se fue. Y hemos visto y vivido cositas nuevas de esas en las que podemos utilizar la manida frase de que "la realidad supera a la ficción".
Comienza el año y uno de esos primeros días, al pasar frente a la tele, veo un búfalo en el Capitolio de los Estados Unidos. Me doy la vuelta y mi mujer me explica tan tranquila la situación. "Nada, que un grupo de energúmenos con un tipo disfrazado de búfalo ha tomado el edificio (uno de los más seguros del mundo) y bla, bla, bla. Pues nada, a seguir con nuestra vida. Por esos días, también, los meteorólogos nos avisan de que va a caer una nevada que el polo sur nos va a parecer una de las playas del Caribe. Y muy a nuestro pesar 'Filomena' (que así se llamaba la borrasca) llegó. En Madrid sólo el pico del Pirulí sobresalía de la nieve. Desde la Nasa anuncian que un asteroide se acerca a la Tierra, que no hay peligro, pero por si acaso van a hacer pruebas de cómo cargarnos a uno de estos astros antes de que éste nos mande a todos a tomar viento fresco. Terminaba el verano y comenzaba la fiesta en La Palma, isla en la que han acabado de volcán hasta los mismísimos testículos. ¡Ah, que no se me olvide! Auguran un apagón mundial que no saben cuándo ocurrirá ni cuánto durará. Y muchas cosas más que antes sólo veíamos en las películas de Hollywood.
Así que, si ahora llegara Orson Wells y emitiera una supuesta invasión extraterrestre me veo la imagen en el salón de mi casa. Mi señora y yo, impávidos, viendo como en la televisión Ana Blanco, Matías Prats o Ferreras narran la noticia, con imágenes de fondo con masas viscosas saliendo de las naves visitantes y engullendo a Joe Biden que ha ido a darles la bienvenida. Esa imagen la pondrían en bucle, porque esas masas viscosas también se comerían al cámara que estaba grabando. Acto seguido comenzaría una tertulia en la que cada uno de los participantes a la misma ya sería experto en el asunto, lo que no quitaría que soltaran sin ningún tipo de vergüenza una sandez tras otra.
Y comenzarían las reacciones. Los chinos asegurando que ellos no tienen la culpa, los estadounidense diciendo lo contrario. En España, Pedro Sánchez echándole la culpa a Pablo Casado, el líder del PP haciendo lo propio con el presidente del Gobierno. Irene Montero buscando la forma de denominarlos: si ellos, ellas, elles, ellus o ellis. Santiago Abascal haciéndose fotos vestido de legionario, agarrando un fusil. Jordi Hurtado comentando que los extraterrestres que vinieron a pintar las líneas de Nazca eran mucho más simpáticos y no se comían a nadie...
Y mientras tanto en los hogares de bien de todo el mundo nos estaríamos planteando cómo hacer para ir a trabajar si suspenden las clases en los colegios.
Artículo publicado originalmente en sietediasalhama.com el 28 de diciembre de 2021.
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